miércoles, 14 de septiembre de 2011

Dicen que al primer amor se le quiere mucho. El mío fue como una utopía: follábamos donde pillábamos, nos reventábamos de las ganas que nos teníamos, y nos era tan fácil discutir como abrazarnos. Dicen que la primera derrota es la más dura: desechar todos los planes, asumir que no será él quien te traiga flores a la vuelta del trabajo, matar golondrinas, acostumbrarte a que las paredes de la habitación se te echen encima por haber visto despertares más felices...
Después te dicen que al segundo se le quiere mejor: sigues follando donde pillas, le abrazas pero no discutes. Nunca te hablan de los no correspondidos: que te cierre la boca de todas las formas que sepa, follar con otros pensando en él, derretirte por dentro cuando te habla de otras.
[beso ranas exclusivamente]
Te meten por los ojos su plan perfecto, la supervivencia en compañía, lo maquinan todo a la perfección: hipoteca, coche, trabajo, hijos. Pero hay algo que nunca dicen, que se aprende a base de hostias y palos, a base de cicatrices, de días con nombres y apellidos: que es mejor no buscar príncipes azules, porque puedes terminar besando ranas


Cuando se va, mis diéresis y mis acentos, ya obsoletos quizá por contener otros nombres, se declaran en cuarentena por eso de parecer cuarenta vidas estos 18 años follándole en cuerpos de otros. nada tienen que hacer mis palabras contra sus caderas cuando no dejamos ni que corra el aire, cosidos a los muelles de este colchón, que, reconozco, le echan de menos. no encuentro la perfecta combinación de estas letras para describirle.
sus pestañas son como droga, aunque nosotros, antes de acostarnos, fumemos de la del color de sus ojos porque así nos reímos más y mejor. y aunque he abrazado a muchos otros y me atrevo a decir que hasta les he querido, el chasquido de su lengua cuando baja por mi ombligo es tan nítido que ahora me parecen otras vidas.
nunca contaré la historia al 100% porque estamos tan matemáticamente sincronizados que hasta me asusta.
y pese a quien pese, él es el único que me ha visto desnuda, y eso que nunca he follado con ropa.