martes, 13 de septiembre de 2011

Paso unas putas veinticinco horas al día pensando en lo que supone que no estés. Me revienta a hostias por dentro cada puto recuerdo, cada lágrima que quien sabe si mañana decidirá ser sonrisa, y viceversa. Se que no tengo derecho a hablarte del infinito, ni a dejar de pensar en el hoy para besarte como si fuera un mañana para siempre. Se que no debo pedirte que te quedes pero que no hacerlo me revienta por dentro, me desangra, me tortura lentamente como la peor de las drogas, como la agonía del toxicómano que depende de lo que le mata. Y también se que en esta historia yo solo quiero escribir puntos, infinitos puntos como lunares, y se merecen un aplauso todas aquellas personas que se levantan todos los días y con dos cojones, viven con el hecho de querer a quien más echan de menos.
[ciérrame la boca de todas las maneras que sepas]

Querría mezclar todas las letras que puedo llegar a leer en una noche y regalártelas, plagiar una veintena de blogs y decirte todas las cosas bonitas que me han tocado la fibra sensible. Pero te juro que tengo más ganas de aparecer en tu casa, con dos pizzas y unas cervezas, y decirte: ¿qué, echamos un vicio?
Que esta noche no me salen rimas, ni frases bonitas, ni nada que cualquiera que lo lea diga: ¡ostias! esta chica sí que sabe.
Hoy nadie me querrá por mis letras, pero igual es mejor. Ellas ya tienen bastante con salvarme el culo cuando solo quiero dejar de escuchar la palabra vergüenza en mi cabeza.
Hace tiempo que le echo de menos, en un torbellino amor-odio que no tiene salida, y por mis rizos te juro que me siento tan libre como cuando me agarraba a tu cintura en esa moto que era mía. En este juego, jugamos los dos.
Y qué manía con venirme con palabras del pasado, y con putos: te acuerdas?, con la única respuesta posible, que es nombrarte y quererte.
Que ya no sé como decirle al mundo que mi corazón y mis labios tienen dueño.
Para que te quede claro, quiero un hombre que me haga sentir que no estoy perdiendo mi tiempo, porque mi vida es demasiado corta como para desperdiciarla. No quiero que me regale rosas ni que me diga que soy la única, prefiero que se venga al parque con mi gente, a pasar la tarde entre litros. No necesito que sea una joven promesa, que tenga mucho futuro, y me prometa el cielo pero luego no sea capaz de abrirme las piernas cada noche. Se puede meter por el culo los celos, porque si está conmigo es porque cree que no encontraré a nadie mejor. Las rosas que las deje para el cementerio, a mi que me regale orgasmos. Le agradecería que me quisiera sin que se forraran los de telefónica. Me vale más que venga a buscarme a la salida que una puta cena romántica con sexo recatado de postre. Que prefiera una mujer con una nevera llena de cerveza y no un armario lleno de zapatos. Que sepa volar. Que no se piense que le pertenezco, porque ninguna mujer tiene dueño. Que no me hable del futuro, de una casa con perro y niños. Que se limite a besarme cada vez como si fuera la última.