miércoles, 6 de julio de 2011

No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza
por eso de que sus caderas...
ya sé de sobra que tiene esa sonrisa
y esas maneras
y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.
pero además le he visto serio ser él mismo
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.
por eso, eso que me cuentas de que mírale cómo bebe las cervezas
y cómo se revuelve sobre las baldosas
y qué facil parece a veces enamorarse.
todo eso de que él puede llegar a ser ese puto único motivo
de seguir viva y a la mierda con la autodestrucción...
todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.
pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que él aparezca de golpe y de frente para decirte, venga, cuéntamelo.
no sabes lo que es despertarte y que él se retuerza y bostece,
luego te abrace,
y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.
así que supondrás que yo soy la primera que entiende
el que pierdas la cabeza por sus piernas
y el sentido por sus palabras
y todo por un mínimo roce de mejilla.
que las suspicacias,
los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte
son algo con lo que ya cuento.
quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.
que yo también le veo.
que cuando él cruza por debajo del cielo solo la tonta mira al cielo.
que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.
que conozco su voz en formato susurro
y formato gemido y en formato secreto.
que me sé sus cicatrices
y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría,
y me sé lo de sus rodillas
y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.
que yo también he memorizado su número de telefono
pero también el numero de sus escalones
y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
que no solo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontas enamoradas en este mundo).
que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente él,
rendido a ese puto milagro que supone que exista.
que le he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos,
y le he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino,
y le he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
que lo de "mira sí, un polvo es un polvo"
y solo los sueños pueden posarse sobre las letras de su nombre.
que te entiendo.
que yo escribo sobre lo mismo.
sobre el misma.
que razones tenemos todos.
pero yo
muchas más que vosotras.

martes, 5 de julio de 2011


La música del radiocasete. El calor de la noche. Los asientos incómodos que siempre chirrían. Los pies en el salpicadero. Los vidrios empañados. El sabor del sexo. Unico. Expléndido. Irrepetible. Más tarde, esas mismas ventanillas bajadas para coger un poco de aire. Un hilo de humo que sale. Sonrisas en la penumbra.

Ojitos..


Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor
Es un cuento que me sé desde el día que me dió dos besos y me dijo su nombre...

lunes, 4 de julio de 2011

Hombre lobo


No puedo evitar despreciarte cuando me ignoras, y sé que lo haces aposta. Te pido regaliz por inercia, aunque tan solo sea por joderte un rato. Gracias por dejarme el final Mmm que rico. Quiero volver a rebozarme contigo por el suelo todas las tardes. Quiero que me hagas reir, que me mates a cosquillas. Que nos vuelvan a atar los cordones de los zapatos para cojear del mismo pie, que me tires por las rampas del skatepark. Correr como una loca detrás de ti y sin rumbo fijo, mordernos hasta dejarnos marcas en la piel, susurrarnos al oído, odiarnos, comernos con la mirada pero sin olvidarnos de controlar nuestras ganas. Quiero siete achuchones al día y un mordisco cada mañana. A partir de ahora te acordarás de mi cada madrugada. Llevar tu olor a rastras todo el maldito día, tumbarme encima tuyo, sentir tu pierna apretando fuertemente la mia. No recuerdo nada mas placentero que sentir tu chupetón en mi cuello. Verte tumbado en el sofá y romper tu armonía tirandome encima. Cógeme en volandas y llévame a la luna que me apetece gritarte desde ahí arriba los buenos días.

Agarrarte y no soltarte hasta que me acompañes a casa, no fue fácil convencerte, pero los pucheritos vinieron de muerte. Volver a tener ''frío''. Darte la brasa con la puñetera pulsera, me gusta llevarte encima. Y mantener conversaciones con doble sentido, buscando entre tu montón de palabras algo que me satisfazca. "La luna llena es solo una excusa para cometer locuras" te quedaste mudo, mirándome atónito, y sé que esto no lo vas a olvidar y que la próxima vez que nos besemos, menuda locura será bajo la luna llena. Y tú por no mostrar tu ilusión de donjuan ante tal insinuación no tienes nada mejor que añadir "¿Te vas a convertir ahora en loba o qué?". Me gusta insultarte y recordarte al menos una vez al día que eres lo peor. Pretendo intimidarte con la mirada burlona, pero no sé que he hecho para que me abraces. Me despeinas constantemente pero no dejas de repetirme que estoy guapa, muy guapa. Me muerdes la nuez y me susurras lo mucho que te gusta. Para que veas que no me he olvidado y que no tengo nada mejor para ocultar mi deseo por morderte a ti entero, te pregunto si ahora te vas a convertir en hombre lobo. Y entre risas y risas, me pierdo entre tu sonrisa cachonda. Llegamos al número siete, fin del trayecto. Me achuchas de nuevo, me lameteas entera, me limpio tus babas y pretendo hacerme la indignada.

No puedo ver como te vas y te persigo calle abajo. Quiero mi pulsera y a ti con ella. Inesperadamente nos encontramos de nuevo en la esquina bastante exaltados. Me acurruco en tu pecho para acompasar los latidos de nuestros corazones, no se te ocurre nada mejor que insinuar que te pasarías la noche abrazado a mi, eso ha sido un golpe bajo no sabes lo que me va a costar dejarte ir. Como de costumbre me abrazas fuertemente contra ti, y me dejas caer sin dejar que toque el suelo, cuando mi espalda esta lo suficientemente arqueada y dolorida como para suplicarte cien veces que no me dejes caer más, es entonces cuando decides acortar aún mas las distancias, entre mil sollozos y suspiros sufrimos un deja vu. Nos hemos perdido el uno en el otro y nos gustó la sensación. Para romper con el romanticismo de la escena y darle el toque sicalíptico tan característico de nuestros recuerdos decides agarrarme del culo hasta incorporarme tú siempre tan sobón. Me muerdes cien veces más, te aseguras que mi cuerpo esté bañado por tu saliva y te vas.
Te enfureciste de tal manera que me costó reaccionar, perdí el control pero nunca la sonrisa. Te enfadaste, y mucho, por el simple hecho de ignorarte, de no mirarte a la cara durante toda una tarde, por olvidarme de ti y de tu sonrisa cachonda. No pude evitar echarme a reir cuando te vi gritar, me sentí mal por hacerte sufrir, pero me animé al ver que me echabas de menos. Me senté a tu lado para oir tu respiración, para intentar entablar conversación. Te forcé a que me mirases, dejé los regalos encima de la mesa me ignoraste y me alejé. Me mirabas y sonreías e incluso te atrevías a preguntarme si estaba molesta. Peró no fuiste tan valiente de dejar mi ilusión encima de la mesa y nos fuimos de aquel lugar que apestaba a malos momentos. Por el camino te dedicaste a cantarme canciones al oído, que ingenuo al pensar que no entendería su doble sentido. Nos ocultamos entre la sociedad, nos rodeamos de amigos y nos pusimos a charlar, te fue imposible dejar de hacerme de rabiar, no paraste hasta oirme gritar. Quizás me separasen doscientos pasos de mi casa o puede ser que tan solo cien pero no pude evitar rogarte, con carita de niña buena y una sonrisa pícara, que me acompañases hasta la puerta de casa. Al principio me desconcertaste, pero fue llegar a la puerta de mi casa y empezar la aventura de cada noche. Abriste los regalos y te impacientaste por no saber el significado de aquellas frases que estaban en alemán. Nos apoyamos en un coche a pasar la noche, recuerdo como desviaba la conversación a los temas que mas me gustaban. Sin comerlo ni beberlo nos vimos recordando el verano pasado, nuestras primeras noches juntos, los primeros paseos, nuestras primeras peleas, tu primer gracias y tu primer te quiero... Vi todo lo nuestro en un par de segundos, me di cuenta de la evolución de mi en ti, había conseguido lo que siempre quise, y ahora podía lucirlo con disimulo. Nos dejamos llevar, nos guiamos por la sonrisa de la luna, contemplamos atónitos el cielo y te diste cuenta de que no había luna llena, de que no me podía transformar en loba. Me asusté en el momento que me percaté de que había recorrido tu nuez con mi lengua, de que estaba abrazada a ti recibiendo besitos en la nariz. Estabamos tan pegados que me vi capaz de respirar tu aire. Me apartabas el pelo de la cara y me repetias lo guapa que estaba, nunca me imaginé nada igual, no me esperaba que pudiese salir algo así por la boca de un donjuan. A medida que las distancias se acortaban nos perdiamos mas y mas con nuestras miradas, me acariciaste los labios y me fundí en tus brazos.

Eres mi vicio favorito.

Tengo un perro guapo, un culo bonito y unos mordiscos muy sugerentes. Me recuerdan a la forma en la que recorres mi cuerpo tras una noche entera haciendo el amor, o la forma en la que me miras antes de besarme. Creo que nunca te lo he dicho pero me encantan tus amenazas ,"la próxima vez te muerdo el labio". Vamos valiente, atrévete. Sí, me encanta cuando las cumples. Eres mis horas mejor desperdiciadas.
Tengo mono del sabor a tabaco dulce de tu boca y de tu barba de dos días y tres horas.

Incapaz


Tu pones las mentiras yo la ingenuidad.Por mucho que intente hacerme un lavado cerebral de promesas inauditas que no se cumplirán jamás, no consigo escupirte el millón de insultos que se me ocurren cada vez que me miras. Soy incapaz de olvidar lo que un día me hizo soñar.